El ajo es una planta originaria de Asia central que luego se propagó hacia el Mar Mediterráneo. Los primeros vestigios que se conservan de la utilización del ajo para el consumo o como medicina natural se remontan India, el Antiguo Egipto, Roma y Grecia.
Contiene bajas calorías y es muy rico en vitamina C, vitamina B6 y manganeso. Además, posee nutrientes, proteínas, aceites esenciales y un peculiar compuesto de azufre que se forma cuando se pica, machaca o se mastica un diente de ajo. Este compuesto es conocido como alicina y es el responsable de su distintivo olor.
El ajo tiene la propiedad de regular la presión arterial, es antitrombótico (evita la formación de coágulos sanguíneos), disminuye los lípidos en sangre, disminuye el colesterol, es antiséptico intestinal y aumenta las defensas del organismo.
En la cocina se puede usar en diversas preparaciones, normalmente como condimento o complemento, donde se tiende a aprovechar que esté picado, entero o en puré. También algo muy común en las zonas mediterráneas es la maceración del ajo en aceite de oliva o de maíz, donde el aceite toma el sabor del ajo, que luego se usa para untar panes.
También es utilizado como aderezo de ensaladas, sopas, quesos, carnes, pastas y verduras.